Tras realizar un trabajo de construcción o cualquier tipo de reforma existe una cuestión fundamental que no debemos olvidar: la limpieza de fin de obra. Este es un paso esencial antes de utilizar el espacio para garantizar que las instalaciones se encuentran en perfectas condiciones y de total seguridad.
El objetivo de esta acción es acabar con la suciedad acumulada que puede generarse con restos de polvo, serrín, arena, cemento, pintura o cualquier otra sustancia de difícil eliminación. Además, es primordial utilizar las técnicas y la maquinaria adecuada para no dañar el acabado de las superficies.
Antes de proceder a la limpieza se realizará una inspección de las instalaciones para evaluar el espacio, las paredes y los suelos, así como la maquinaria y las técnicas más recomendadas para cada ámbito.
En cuanto a los instrumentos que se emplean en función del material a higienizar podemos distinguir:
- Aspiradores de alta potencia para eliminar el polvo de los suelos lisos y barredoras de conductor a pie si son rugosos.
- Hidro limpiadora para quitar residuos como piedras o papel.
- Aspiradoras de agua o rotativas para tratar manchas incrustadas en el suelo.
- Disolvente específico para quitar manchas de pintura sin dañar la superficie a tratar.
Cabe destacar que una de las tareas más importantes es la desinfección y desodorización del cuarto de año, un trabajo con el que se garantizará que el espacio se encuentra completamente libre de gérmenes y listo para utilizar.
Además, si en la obra se colocan cristales nuevos se retirarán las etiquetas utilizando bayetas de microfibra y productos específicos con propiedades antihuellas.
En definitiva, podemos concluir que este tipo de procedimientos garantizan que las instalaciones están listas para ser utilizadas y se trata de una tarea que requiere de conocimientos específicos y maquinaria especializada.